Mención: 11° Concurso “SIN PRESIONES” Expresión Escrita de lxs Trabajadorxs

Ubitec-Utiliza-el-monitoreo-GPS-para-proteger-tu-inversion-y-tus-activos-auto-rojo-1200x423Título:  El autito rojo”

Era una fría mañana de agosto, yo me desempeñaba como enfermera en salud mental, en la sala de internación psiquiátrica infanto juvenil, apenas había comenzado la guardia, cuando mi colega y yo escuchamos un grito, nos dirigimos a la sala de usos múltiples (SUM), era Renzo un niño de apenas 13 años que padecía de alucinaciones visuales y sonoras, estaba rompiendo todo lo que había  a su alcance, estaba en crisis,  mi compañera grita, – “ Doctor, el paciente, venga”, mientras que yo trataba de calmarlo, pero él de repente comenzó a golpearse la cabeza contra la pared, y para evitar que se lastimara me saque rápidamente el saco, lo enrosque en mi mano y de esa manera amortiguaba los golpes de su cabeza contra la pared, mientras que tratábamos de correrlo de allí.

En un parpadeo todos los médicos estaban rodeando al paciente, tratamos de contenerlo, pero su crisis seguía en aumento, es en ese momento que unos de los psiquiatras dice -“ Hay que llevarlo sujeción, nomas para colocarle la medicación S.O.S”. Lo que implica que tenemos que llevar al paciente a la cama y atarlo de pies y manos con unas tiras especiales, lo que más temía se hacía realidad, lo que más me causaba angustia de mi trabajo era llevar a sujeción a los pacientes.

Entre todos llevamos al paciente a la habitación y yo por dentro rogando que se calmara y tratando de agarrarlo con mucho cuidado para que no siga lastimándose y procedimos a la sujeción, una vez terminado el procedimiento, administro la medicación y puedo ver que el paciente, en la mano derecha tenia un autito de color rojo. Una de las psiquiatras me dice – “Sacárselo porque después nos puede tirar con eso”. El niño me mira fijamente a pesar de su crisis y me dice – “No, no me lo saque”  y sentí una angustia tan grande que me oprimía la garganta, me contuve, no llore, y la medica me repite – “Sacaselo” y yo le respondí -”No, porque si te lo hubiese querido tirar ya lo hubiese hecho”. Le agarré la mano y le dije a R. -” Quedate tranquilo que no te lo voy a sacar”, me miro, sonrió y cerro sus ojos, la medicación estaba haciendo efecto. Lo cubrí con una colcha y me retire de la habitación dejando la puerta semi abierta, pero ya no aguantaba, las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos, hacia fuerza para que no salieran pero era en vano, me fui a unos de los consultorios, ahí me encerré y llore, llore mucho, en mi mente no paraba de repetirse la secuencia del autito.

Para mi, no era un paciente psiquiátrico más, era un niño que estaba padeciendo. Esa fue una de las situaciones más difíciles y angustiantes que tuve en mi trabajo.

Hay situaciones o condiciones que se van naturalizando con el paso del tiempo como el bajo salario, malas condiciones laborales, etc. Pero hay ciertas cosas a las cuales el corazón no se acostumbra, y es el hecho de ver el sufrimiento de una persona. A lo largo de mi residencia he visto el abandono, la locura, la muerte, la desidia, la tristeza, la ira, pero también he visto el amor, la ternura, la dedicación, la felicidad y EMPATÍA, esa palabra tan de moda que muchos saben que significa pero pocos sabes como aplicarla y que lamentablemente falta y mucho y en todos lados.

AURELIA GINETTE AGÜERO  -  SALA PSIQUIATRIA – HOSPITAL DE NIÑOS - CÓRDOBA CAPITAL                                                                                                                                                                                                                             

Expresó el Jurado:   Estremecedora historia, de un breve pero tremendo episodio que relata el momento de un brote en un niño. Niño deshumanizado y des-subjetivizado por un sistema y actores que solo ven objetos, personas tomadas como cosas. Pero la protagonista lo vive y nos transmite la contracara, un profundo dolor por el sufrimiento indescriptible de ese niño; algo que como ella dice es imposible de naturalizar, y que expresa como un grito sordo lo que hoy es más que nunca la mayor esperanza de un futuro mejor para esta humanidad: la capacidad de Empatía, de sentir el sufrimiento del Otro, y por ello el darse cuenta de esta extraordinaria enfermera, de mirar lo que nadie pudo ver, a lo que este niño se aferraba, para no caer del todo al abismo de la locura: su autito rojo. Paradójicamente un objeto, el único objeto que tenía vida y sentido en este episodio, combatiendo contra las amarras, los medicamentos, y los profesionales.

 

Mención:  11° Concurso “SIN PRESIONES” Expresión Escrita de los Trabajadorxs 

Organizado por el ISLyMA – Córdoba 2020

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