Relato 13° Concurso “Sin Presiones” Expresión Escrita de lxs Trabajadorxs

Título: Golondrinas 

Ramón Ayala

Ramón Ayala

Despertó con el sonido de la alarma a las 4.30 de la madrugada de un día miércoles, José estaba a mitad de la semana en la ciudad de Lamarque, Rio  Negro, se encontraba en un ambiente pequeño donde varios trabajadores alquilan temporalmente con lo básico, una cama, ducha caliente y anafe, durante las épocas de cosecha de frutas y verduras.

 

En la oscuridad de una madrugada fría de otoño se oían ruidos de sus compañeros preparándose para un largo día de  trabajo.

-José ya preparaste tu termo? Preguntó un compañero frente a la pava ya caliente

- si Luis, prepara el tuyo tranquilo. Respondió mientras guardaba en su bolso, su herramienta de trabajo y unos

bizcochos, comprados el día anterior.

- ya son las 5 está por pasar el micro dijo en voz alta Juan, apurando su marcha hacia la puerta, el micro que los llevará hasta la chacra, que se encuentra a las lejanías de la ciudad.

En la silenciosa y oscura madrugada, fría de otoño se escucha a lo lejos el rugir de un motor muy similar a la de un micro, con un cielo estrellado y bajo la luna aun brillando, esperan quietos y con manos en los bolsillos, en la esquina de todos los días.

Suben al micro frío y con luces tenues en su interior  – buenos días, se saludan entre varios trabajadores que se dirigen al mismo lugar de trabajo. José se sienta al fondo porque es el área más cálida, por el motor, a pesar de tener abrigo el frío se hace sentir en el sur, abre su bolso prepara su mate amargo y se ceba un calentito, ya que tiene tiempo porque el micro recorre la ciudad recogiendo varios trabajadores en diferentes paradas; mientras él mira por la ventanilla el pasar de las casas aún apagadas, como sin vida, solo con las luces de los pórticos encendidas, y el pensando en su familia que deben estar durmiendo en sus cómodas y abrigadas camas, por allá en su pueblo de Santiago del Estero, su esposa Isabel y su pequeña hija María de dos años, a las cuales extraña todos los días, añora esos mates y charlas compartidos con su esposa y los abrazos incondicionales de su pequeña con su vocecita llamarlo “papá”.

Con el micro llegando a destino, va guardando su mate, acomodándose la campera, sube el cierre hasta el tope de la barbilla para afrontar el frío y viento del campo llano, al bajar todos del micro se dirigen a un galpón donde dejan sus bolsos y mochilas, no se pone guantes de trabajo porque se le rompieron y aún no pudo comprar nuevos, con las manos desnudas agarra la tijera que se utiliza para descolar la cebolla, se dirige a paso firme hacia el campo de cultivo cuando escucha un silbido, gira a mirar y ve a un hombre, mirarlo a lo lejos.

- ¿Cómo te llamas? le dice este hombre robusto y de abdomen prominente.

- José señor. responde con timidez y de manera humilde.

- Yo soy Martin el encargado, ¡Toma!!  y le entrega una pila de bolsas naranjas plásticas para el embolsado de cebolla.

- Guardá tu tijera hoy embolsás, le dice.

- Sí patrón. responde José.

Quizás su patrón sintió pena de ver sus manos desnudas y agrietadas por el frío o quizás casualidad que le tocó ese día, por existir mucha cantidad para embolsar, pero en el fondo pensaba ¡¡¡qué bueno!!! Porque al no tener guantes es  más riesgoso cortarse con la tijera, ya varios de sus compañeros sufrieron cortes importantes, lamentablemente es parte del trabajo de la cosecha, y no se pueden dar el gusto de faltar, porque día que no producen día que no cobran.

Las cosechas tienen su tiempo de producción y duración del levantamiento por eso son trabajos temporales y no estables manejando esa actividad dentro del campo de la ilegalidad y precariedad laboral, es una tarea ardua y poco remunerada, para los habitantes locales, por eso viene mucha gente de otras provincias a trabajar temporalmente por falta de trabajo en sus provincias, viéndose obligadas a dejar por un tiempo sus hogares, para poder llevar un poco de dinero y bienestar a sus familias.

Al caer el sol, se escucha un silbido … A lo lejos los cosechadores elevan sus cabezas y miran hacia el galpón donde ven la figura del patrón hacer señas con ambas manos entrelazadas con movimientos enérgicos, de finalizar el trabajo. Se incorporan de la posición de estar agachados tantas horas, dirigiéndose a paso lento pero firme a recoger sus mochilas, bolsos y camperas, que fueron esencial para abrigarlos a tempranas horas de la mañana.

Forman fila para subir al micro y recibir en la puerta del mismo la paga en efectivo del día. Entregada en mano por el supervisor Martín.

-bueno muchachos los quiero tempranito mañana, con voz fuerte y exponente dice Martín.

- si jefe, si patrón se escuchaba en la muchedumbre. Mientras subían al micro que los llevaría de regreso a sus paradas.

José con el termo de agua casi vacío y con los bizcochitos que le habían quedado sueltos en el fondo de su bolso, se prepara unos mates para el regreso. Con el cuerpo cansado, la espalda y la cintura agotadas con un dolor intenso que trata de disimular, porque no pueden sufrir la desgracia de enfermarse o tener dolor alguno. Cierra los ojos y desea que el micro lo lleve a su casa; a su Santiago del Estero para poder disfrutar de una comida caliente elaborada por su esposa, una ducha cálida y sin apuros para luego poder descansar en su cama suave, tibia y acogedora; dentro del cálido clima de su hogar.

Pero contrariamente la realidad es otra por unos meses. Lo esperaba un turno para ducharse rápido y ligero para que sus compañeros también tengan agua caliente. Un sándwich de fiambre con unos mates y una cama que rechina al moverse con un colchón de resortes vencidos de tantos trabajadores que han pasado por ese lugar.

Entrecerrando sus ojos con párpados caídos por el cansancio de un largo día, sintió que le tocaron el hombro en repetidas ocasiones –José, José llegamos!!!

aporte personal: Se les llama trabajadores golondrinas a aquellas personas en su mayoría varones, que migran a otras provincias para desempeñarse en las chacras, tareas agrícolas y agroindustriales, se caracterizan por la baja calificación de su mano de obra, y por la precariedad de las condiciones laborales inexistentes de seguridad y cuidados de la salud, esta realidad es visible y naturalizado a los ojos de todos, desde la comunidad hasta los funcionarios, estos trabajadores además de tener que trabajar bajo estas condiciones deben dejar temporalmente sus hogares y sus familias, para poder llevar dinero para subsistir.

Esta narrativa se basa en hechos y situaciones reales. que viven muchos trabajadores migratorios llamados “golondrinas”, el resto es ficción.

 

 

Silvia Inés Molina  -  Lamarque – Pcia. De Rio Negro -  Lic. En enfermería – Estudiante de Psicopedagogía   

Relato 13° Concurso SIN PRESIONES Expresión escrita de lxs trabajadorxs                                                                                       Organizado por el ISLyMA de Córdoba, 2 de agosto de 2022

EL JURADO EXPRESÓ: La autora relata en el texto que llama “Golondrinas” una realidad muy dura de los trabajadores temporarios, generalmente lo realizan los sectores más vulnerables quienes, a su vez, naturalizan situaciones de hecho desconociéndose cualquier derecho. Desde un lenguaje llano, la autora intenta mostrar, desnudar y visibilizar eso que pasa a diario y que ocultamos, esa realidad que relata, conocida y naturalizada. Ahí no hay nada más que tarea y dinero (y poco). No entran en juego la normas, las recomendaciones, ni siquiera la mirada y control del estado. Es tierra de nadie, sin reglas. Y quienes tienen que aceptar esas tareas, agradecen de tenerlas. Muy terrible y arraigado.

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