Mención 13° Concurso “Sin Presiones” Expresión Escrita de lxs Trabajadorxs

6OL57BISYFEJHAK4M3QAI7EVHQbbb           Título: “Eclipse Bancario”

Día de cobro de jubilados en los bancos de calle San Jerónimo, al frente de las Fiscalías de Violencia Familiar. Largas colas tanto de los que van al cajero automático, como la de los jubilados. Se entrecruzan, van serpenteando los postes de alumbrado público, cestos de basura y vallados puestos en la vereda vaya a saber por qué motivo. Una cuadra y media de gente. La mayoría con barbijo eso sí. Personas en sillas de ruedas, con andadores. Un típico rockero, de remera negra, y con el cuerpo lleno de tatuajes, lleva de la mano a su madre o abuela, que encorvada trata de ingresar por la rampa atestada de gente. Me da mucha ternura verlo, tan heavy. Estoy en otra cola: la del cajero automático, esperando hacerme de efectivo por una urgencia. Son colas entreveradas y la gente se confunde. Una mujer de mediana edad, con un pañuelo en la cabeza para cubrirse del sol, extiende una manta, vende desde biyouterie hasta cremas para el lumbago, la ciática, la artrosis, “algunas tienen cannabis”, dice en voz baja. En la esquina, tratando de lograr ubicarse bajo una sombrita, está el que vende barbijos a 100 pesos y películas truchas a 70. Economía informal que le dicen…

El hombre de Prosegur, con un handy en la mano se acerca y con cara de muy pocos amigos, le dice a la gente que deben salir del frente del banco, ya que las colas se mezclan y deben dirigirse “hacia la derecha, hacia la derecha señora”.

El calor parte la tierra, las veredas y las cabezas de la gente que están al rojo vivo. Al rojo vivo le salta una mujer diciéndole: “Pero no ve, que somos todos gente grand, no se da cuenta el calor que hace”. “A la derecha, vaya hacia la derecha”, repite el superagente, al tiempo que hace el amague de hablar con el handy con otra persona…” Nos vamos a morir todos acá”, dice otra persona en voz alta. “Una silla para esta mujer “, gritan por allá. Veo que una anciana, empieza a caerse como en cámara lenta. El superagente entra al banco, empujando un poco a la gente y vuelve con un banquito de plástico, pero la mujer ya está en el suelo. La alzan y la colocan en el banquito, en un lugar

donde hay un poco de sombra. “No doy más, estoy desde las cinco de la mañana”, dice la mujer.

“Y con la miseria que cobramos”, dice otra.

“Aguanten que ya viene el eclipse, que si no”, dice uno, que estaba parado con una bicicleta de carrera al lado. Todos se ríen y miran para arriba. El sol parte la tierra. “Si, pero mientras tanto, tráiganle un vaso de agua a esta señora”. El superagente dice que no hay agua. Muchos ya lo están mirando feo. Repite:

“Tienen que correrse para allá, a la derecha”. “No, nonos vamos a correr, por el sol viste”, dice un flaquito con la camiseta de Talleres, “Como que no, a ver, a ver”. El superagante llama a un policía que estaba en la entrada del Banco, que justamente estaba tecleando con los dos pulgares a más no poder su celular. “Que, que pasa”, dijo sorprendido “in fraganti”. “Es tan importante lo que estas escribiendo”, le dice el superagente. “Si, estoy hablando con la Yessica, que querés”. “Deja eso y hacéme el apoyo para que la gente se corra”.

Al ver al uniformado de azul, otro flaco, con la camiseta de Boca, tarareaba la canción “El Federal”, de La Mona, “que ironía, el hijo chorro y el padre policía”.

“Que cantas vos” le dice enojado el policía, volviendo el flaco a repetir la misma frase con la música y todo. Empiezan ponerse nervioso. El policía y el superagente, lo quieren detener al chico de la camiseta de Boca. Una anciana empieza a gritar al lado mío: “Mi Dios, hijo no digas nada, calláte la boca, por favor hijo”. El chico se va para atrás y quiere escapar cruzando la calle San Jerónimo. Un taxista casi lo atropella, pero frena el vehículo y sale en persecución del chico. “No es chorro, no es chorro” le gritan, “para la mano, no le hagan nada”. Los policías y el superagente salen también corriendo al mocoso. Al poco tiempo viene un patrullero, baja la dupla de canas, sirena, radio. Parecen del Éter.

Vuelven los otros, el superagente, el policía y el taxista con el chico con las manos atrás. Lo quieren meter en el móvil. Lo agarran de la cabeza. La gente empieza a gritar: “Si no hizo nada, déjenlo”. Se alcanza a escuchar la palabra “gatillo fácil” y “a Blas, a Blas lo mató la policía” … Este se da vuelta en dirección a donde venía ese grito con ojos de furia. “Ya van a ver que va a pasar cando te agarre”, grita. En eso el chico sale corriendo por San Jerónimo en contramano y logra escaparse, porque todos están cansados y no salen a correrlo, máxime el policía del celular bastante excedido en peso. La gente aplaude. Yo aplaudo.

” Menos mal, que ahora viene el eclipse”, dice el mismo que lo dijo antes. Se oscurece un poquito y se siente una suave ventisca, lo suficiente para calmar los cuerpos y ánimos de los presentes. “Y a esto no lo vamos a ver más, nunca más”, dice el de la bicicleta y se fue.

Al ratito el sol nuevamente rajaba la tierra, las veredas y las cabezas de la gente en las colas. Adentro un hombre con una larga barba y cabello blanco, mira a la gente y emite una sonrisa al tiempo que toma agua del dispenser. Un morocho de uniforme lo acompaña firme a su lado y lo mira feo.

“Y mañana no hay eclipse”, dice el de la camiseta de Talleres.

 

Eduardo Alberto Planas – Ciudad de Córdoba – Jubilado del Poder Judicial

Mención  13° Concurso SIN PRESIONES Expresión escrita de lxs trabajadorxs

Organizado por el ISLyMA de Córdoba, 2 de agosto de 2022

 

EL JURADO EXPRESÓ En “eclipse bancario”, el autor relata la cruel experiencia de las interminables colas, por lo general trabajadorxs jubiladxs, en las puertas de los bancos. Viejxs y algunxs jóvenes acompañándose en las penurias de un accionar mensual que lesiona la condición humana al extremo. La imagen de les agentes policiales y de seguridad que nada ni nadie le interesa, pone en cuestión cómo realizan sus propios trabajos.

Asimismo, el “retrato” del trabajo del y desde el banco generador de la condición de espera, de atención, desatención y “resolución” externa a sí mismo como trabajadores.

El Trabajo de la mantera, de jubiladxs, de una policía que deja mucho por decir, se entrecruzan en un hacer y decir de búsquedas de reclamos de más derechos a no ser maltratadxs

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